Al ponerme a escribir la historia, la principal (bueno, en realidad la única) influenciencia que tenía era, cómo no, John Ronald Reuel Tolkien, el escritor de fantasía por excelencia. No me extenderé mucho hablando sobre él y su obra, ya que se pueden encontrar toneladas de información a poco que se busque en internet y en librerías y bibliotecas.
Es fácil dejarse atrapar por el mundo creado por Tolkien; pero mi intención era alejarme de su mitología: nada de elfos y enanos, ya hay saturación de ellos en las novelas de fantasía. Ideé algunas criaturas que os mostraré en cuanto pueda escanear los dibujos que voy haciendo.
Todo esto es posterior a mis primeros intentos, en los que mi intención era copiar deliberadamente el estilo de Tolkien sin, por supuesto, conseguirlo. Entonces ocurrió algo...
Ahí lo tenéis: Canción de hielo y fuego, la saga de fantasía que ha puesto al género patas arriba.
George R. R. Martin coge los elementos típicos y los baña de realismo sucio, creando un mundo lleno de mugre, sudor y sangre, que resulta creíble pese a existir cosas como la magía y los dragones.
Para mi fue un shok y, sobre todo, una auténtica inspiración. Tras la lectura de las primeras novelas, empecé a pergeñar la trama secundaria que ahora mismo está creciendo hasta adquirir tanto peso como la principal. De hecho, todos los que habéis leído algo de lo que ya llevo escrito, sólo habéis visto esta parte de la historia.
Uno de los grandes retos a los que me enfrento es alternar dos estilos: más tolkieniano en la trama de Dháegrim y más, eh..."martiniano" en la Djiorenf y el imperio Nordheim ¿por qué afrontar este reto? pues porque me lo pide el cuerpo. Aunque, insisto, la revisión de lo que escribo es constante y quizá este aspecto tenga que cambiar.
De todas formas, muchas gracias, maestros.
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