miércoles, 22 de octubre de 2008

Personaje:Nurdjiemf Árgdesom, emperador de Nordheim

[…]

-Lo siento, padre, ha sido por mi culpa; yo insistí en verte. He de decirte algo muy urgente e importante.

Nurdjiemf le miró, aún furioso, pero al calmarse, su voz reflejó un cierto desprecio.

-Pasa entonces, Djiorenf.

De boca de su padre, su nombre le sonó como un insulto. […] Nurdjiemf era alguien que intimidaba sólo con su presencia: alto, corpulento, de hombros anchos y brazos fuertes. Sus ojos, oscuros y escrutadores, quedaban ensombrecidos por las espesas y prominentes cejas. La nariz era ligeramente aguileña. El rostro quedaba enmarcado por una larga melena y una espesa barba erizada, ambas grises. A pesar de estar avejentado, su corazón latía aún con fuerza.

[…]

-Padre, he venido a despedirme. Lo tengo todo dispuesto. Partiré mañana al alba.

-Ya lo sabía, hijo, desde hace tiempo.

Djiorenf se quedó boquiabierto y no reaccionó hasta que el rostro de su padre insinuó una expresión divertida.

-¿¡Cómo que ya lo sabías!?

Nurdjiemf soltó una risilla áspera.

-¿Acaso creías que podía ocurrir algo así en mi propia casa sin que yo me enterara? No lo has hecho mal del todo, pero no has sabido ser lo bastante discreto. Yo tengo oídos en todas partes, Djiorenf. Sé todos los detalles, al menos los más importantes: sé que deseas librarte de mí y Urúndakh desde hace ya años, que has estado urdiendo esta fuga con tu maldita hermana, la traidora que se ha atrevido a desafiarme y que me odia tanto que ni siquiera ha enviado un mísero representante al funeral de Núrumbaf. También sé que la esposa de éste, ahora su desconsolada viuda, ha sido la recadera que os mantenía en contacto y sé que correrás a reunirte con esa cría con la que llevas meses retozando, la hija de los señores de Súdenkar, otros renegados que se han vuelto contra su emperador. ¡Tres mujeres! –Soltó una carcajada- ¿Correrás a esconderte bajo sus faldas y dejarás que dominen tu vida? En ese caso, me alegro de perderte de vista y dejar de considerarte un hombre de mi linaje.

La seguridad y el valor que Djiorenf había conseguido reunir empezaban ahora a quebrarse, pero intentó que no se le notara cuando volvió a hablar.

-Un linaje deshonrado, mi señor –procuró evitar volver a llamarle “padre”- Nuestros antepasados no llevaron Nordheim a la gloria por medio de hechicerías y malas artes. No quiero ser partícipe de tales afrentas a los dioses. Odio esta situación, pero las revueltas no se originan sin ninguna razón.

-¡Por todos los dioses! ¿Acaso un muchachillo imberbe y malcriado va a decirme cómo he de gobernar mi imperio? ¿Has combatido en una batalla, dirigiendo a los ejércitos? ¿Sabes algo de justicia, administración o diplomacia? ¿Eres diestro con las armas? No, porque te has pasado la vida lloriqueando y con la nariz metida en los libros, soñando con tonterías, en vez de aprender ser un buen monarca.

-¡Un buen monarca no derrocha crueldad y ambición como tú! ¡Abarcas más de lo que puedes! –Hizo una pausa para calmarse- Hace tiempo que deberías haberte frenado y disfrutar en paz de lo conseguido. ¿No sería este un buen momento para eso?

Nurdjiemf se levantó, caminó hacia la ventana y volvió a hablar.

-Siempre estaremos en guerra con alguien, es inevitable. Además, la inactividad prolongada sólo lleva a la decadencia y la molicie. Tú, que no paras de andar entre libros y legajos como un ratoncillo, deberías saberlo mejor que nadie. –Le echó una mirada maliciosa a Djiorenf. –Además ¿Por qué debería importarte ya todo esto? ¿No te vas a marchar lejos y para siempre? Los asuntos de estado de Nordheim ya no son de tu incumbencia ¿verdad?

-No, mi señor –Djiorenf retrocedió- Supongo entonces que no encontraré ninguna traba ni impedimento en mi marcha ¿verdad?

-No, Djiorenf. Parte inmediatamente, ya que tanto lo deseas.

-Entonces hasta siempre, Nurdjiemf Árgdesom, Emperador de Nordheim. Espero que nuestros caminos no se vuelvan a cruzar.

-Yo también lo espero –Añadió Nurdjiemf -Por tu bien.


Éste diálogo mantenido entre Nurdjiemf y su hijo Djiorenf es una muestra bastante clara del carácter de cada uno y de las insalvables diferencias de talante y actitud ante la vida que les separan. Djiorenf es uno de los protagonistas principales de El destino de Dháegrim, pero de momento, vamos a profundizar en la figura del emperador, principalmente porque ya hice una presentación del personaje y quiero compartir el proceso de su construcción, cosa que, al fin y al cabo, es uno de los objetivos de este blog.

Hasta cierto punto, Nurdjiemf es un personaje bastante arquetípico: un hombre hecho a sí mismo, que ha sido capaz de levantar un imperio desde una remota provincia, luchando contra circunstancias adversas y escogiendo los apoyos adecuados. Los dos referentes principales para su gestación son Carlomagno e Iván el terrible, dos grandes figuras históricas que se sitúan en los dos extremos de la era feudal. Sus trayectorias vitales y las circunstancias históricas que les tocó vivir a cada uno son bastante diferentes, sin embargo, tienen algunos puntos en común: ambos eran hombre de gran carácter, como corresponde a dirigentes que se enfrentaron a grandes adversidades, la mayoría de las veces con éxito. A ambos les impulsaba la ambición de expandir sus territorios y la fe cristiana y los dos tuvieron que lidiar con señores feudales deseosos de mantener sus parcelas de poder. Las grandes diferencias se dan en su personalidad: Carlomagno fue un continuador de la obra de su padre, Pipino el breve, y desde muy joven le acompañó en algunas campañas, forjando una personalidad fuerte y grandes dotes de mando, con las que fue capaz de crear un imperio que pudo ser un digno sucesor del mismo Imperio Romano, si le hubiera sobrevivido a su muerte. Iván IV, en cambio, siempre mostró cierta inestabilidad mental, reforzada por las humillaciones a la que le sometieron en su infancia los boyardos, la alta nobleza de Rusia, a los que mantuvo en el punto de mira de su ira durante el resto de su vida. Sin embargo, no fue hasta la muerte de su primera esposa, Anastasía Románova, cuando sus tendencias sicopáticas se descontrolaron y comenzó a cometer verdaderas atrocidades. El acto de crueldad más recordado del primer zar, fue, sin duda, el asesinato su primogénito, el zarevich Iván. Al igual que ocurrió con Carlomagno, su heredero fue su hijo Fiódor, un dirigente débil y con poca personalidad, que fue una marioneta en manos de los boyardos; sin embargo, el Imperio Ruso sí le sobrevivió y llegó a ser uno de los más extensos de la historia de la humanidad.
























Debo reconocer que Nurdjiemf tiene más de Iván IV que de Carlomagno, ya que el ansia conquistadora que domina al emperador de Nordheim tras la muerte de su primera esposa, y que se intensificará tras cierto episodio trágico con su segundo hijo y los hechos que se desencadenan a partir de entonces, le acercan más al primer zar que al fundador del Imperio Carolingio. El padre de Nurdjiemf muere siendo él aún muy joven, pero su impronta habrá marcado ya al joven príncipe, así que cuando los nobles tomen el control con el mudo consentimiento de la reina, Nurdjiemf ya estará equipado con la determinación y el coraje que le permitirán construir el imperio sobre los cadáveres de la alta nobleza. Accede al trono tras la misteriosa muerte de su madre, de la que culpa a los nobles, aunque algunos rumores, susurrados con temor en los más recónditos rincones del imperio, acusan al propio príncipe de la muerte de la reina para acceder lo antes posible al trono y llevar a cabo sus planes de control y expansión.

Nurdjiemf no estuvo solo en sus primeros pasos; desde el principio contó con el apoyo de los pequeños nobles de los que luego saldrían los miembros de su guarda personal. También estuvo con él la oscura y misteriosa Iglesia del dragón, adoradora de Wurmdakh, el portador del caos y la oscuridad, que le dieron la clave para acceder al escondite donde reposaba el dragón desde tiempo inmemorial, el cual le ayudará a crear un ejército sobrehumano que le proporcionará una terrible ventaja sobre sus enemigos A partir de entonces, el imperio conoció una era de expansión sin precedentes, cuadruplicando su extensión en un periodo de 15 años, desde las costas occidentales hasta las estepas del oriente, y desde las heladas tierras del norte hasta las cálidas costas del mar del sur. (Tengo pendiente completar un mapa y poner nombres). El primer encuentro está narrado en el prólogo y en nuestro siguiente encuentro con el emperador, su imperio ya ha alcanzado su máxima extensión. A partir de ahí, la historia continúa…

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