viernes, 12 de diciembre de 2008

Estoy de vuelta

Tras el parón producido por las razones explicadas en la entrada anterior, agravado por la celebración del festival de cine de de Gijón, que requería dedicación absoluta por mi parte para cubrir el evento para fantasymundo.com, vuelvo a retomar El destino de Dháegrim donde lo dejé, con nuestro protagonista teniendo un sueño premonitorio (quizá demasiado esclarecedor) que será el punto de partida del viaje de nuestro héroe y en el que se aportan algunas claves sobre acontecimientos futuros.
Tenemos, además, presentación de un nuevo escenario, el poblado de las druidesas del Valle Sagrado, (probablemente este nombre cambie en el futuro) y de Ílgwenn, la archidruidesa que ha aleccionado a Dháegrim en su infancia y que le pondrá en el camimo que le lllevará a cumplir su destino, sea éste cual sea.

He aquí la somera descripción que hago de Illgwenn:

"...la archidruidesa tenía un tono más grave de lo normal: era la persona más anciana del santuario y la que aparentaba más edad: en el pasado había abandonado el valle varias veces durante largas temporadas, sirviendo a los reyes de Éyrdath cuando éstos solicitaban sus servicios, y tenía ahora el aspecto de una mujer madura, casi anciana, pero llena de vitalidad, a pesar de que decía haber visto y vivido cosas terribles de las que apenas hablaba. Tenía un rostro armonioso y aún conservaba bastante de la belleza de la que había gozado en su juventud, dejada atrás hacía muchos años, pero las estancias fuera del santuario lo habían marcado con arrugas, tiñendo de plata su melena de un castaño casi rubio, dotándola de una expresión de venerable bondad que ocultaba profundas cicatrices que a veces se podían atisbar en sus ojos verdes, como en esa ocasión."


Como es habitual, Illgwenn tiene su correspondiente cinematográfico, la actriz que la interpretaría en la hipotética adaptación de la novela: se trata de Frances Conroy, conocida especialmente por haber encarnado a la madre viuda de "A dos metros bajo tierra"



Hay algo más que no he comentado: este primer capítulo de El destino de Dháegrim es el que más veces he iniciado y reescrito, sin llegar a completar, hasta ahora, una versión satisfactoria. Las primeras versiones se remontan a hace unos siete u ocho años y eran realmente penosas (me remito a la primera entrada de este blog para que esto quede más claro) Esta vez, sin embargo, parece que voy por el buen camino.

Esto es todo por ahora. Como siempre, la cosa continuará.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Un pequeño impasse

Hay un pequeño parón en la escritura del Destino de Dháegrim, debido a cuestiones de estilo que creo necesario explicar.

Ya había comentado que no es para nada mi intención escribir otro "El señor de los anillos" u otra "Guerra de las galaxias". Esto es especialmente aplicable a la historia del propio Dháegrim que, básicamente es el viaje del héroe, aunque con un matiz dramático que conviene no desvelar. Así que, mientras resuelvo cómo contar lo que quiero contar, me centraré en otras líneas de la historia que debo planificar un poco antes de llegar a un callejón sin salida, como ya me ha ocurrido anteriormente.

Voy a recapitular.
Las cosas están así: Djioremf, acompañado por Bléadd se dirige a Súdenkar, el reino vecino en el que su hermana Aldbáen es reina consorte, pero por el camino se encuentra con unos hombres enviados por el padre de Ílswenn, su amada, para que les guíe y proteja en el largo camino. El emperador Nurdjiemf y su hijo Urúndakh se dirigen de vuelta a la capital del imperio, en donde prepararán una ofensiva con la que eliminar a la rebelión. Será un buen momento para presentar a Hjíadfahl, la joven emperatriz y explicar por qué no estaba presente en el funeral.

¿Y Dháegrim? Aquí está el principal problema. De momento, os voy a dejar con el inicio de lo que será el capítulo 1. Se agradecerán opiniones.


Dháegrim caminaba en solitario por lo que había sido el escenario de una cruenta batalla. Una espesa niebla cubría la planicie y aquí y allá iban apareciendo cadáveres de soldados con los cuerpos destrozados, los miembros cercenados o con flechas clavadas. Dháegrim era poco más que un niño y nunca había visto nada semejante, por lo que sintió una gran inquietud. El silencio era absoluto, hasta que distinguió el graznido de un cuervo. Avanzó hacia la fuente del sonido y se dio cuenta de que la niebla se iba despejando; al fin pudo ver con toda claridad una elevación, como una pequeña colina, probablemente un antiguo túmulo. En la cima había un sitial de piedra, sobre el que estaba posado un cuervo que graznaba y le observaba. Dháegrim ascendió por la ladera. El cuervo mantenía la vista fija en él, reclamándolo. Cuando por fin llegó al sitial de piedra, se sentó y esperó, hasta que en la distancia pudo distinguir a un jinete que se acercaba. Dháegrim bajó desde lo alto para poder recibirle. Cuando el jinete estuvo más cerca, pudo ver que era una mujer, pertrechada con cota de maya y un larga lanza; su melena pelirroja ondeaba al viento. La mujer aminoró la marcha hasta llegar a donde él estaba. Parecía tener bastante estatura y poseía un porte orgulloso. Miró a Dháegrim desde lo alto y él pudo ver que estaba llorando. Turbado, Dháegrim decidió preguntar.


-¿Por qué llora una mujer como tú, de figura tan noble?

-La razón por la que lloro –respondió ella –no puedes conocerla aún.


Sin decir nada más, la mujer espoleó al caballo y continuó cabalgando, dejando a Dháegrim confuso. Cuando se giró para volver al sitial, se sorprendió al ver que el cuervo había sido substituido por una lechuza que ululaba con inquietud. Al volver a sentarse, la noche cayó repentinamente. Dháegrim se asustó, pero permaneció sentado. De improviso, una enorme llamarada rasgó la oscuridad sobre su cabeza y al alzar la vista, vio dos dragones que luchaban en el cielo; uno de ellos era blanco, con unas enormes astas parecidas a las de un ciervo, el otro era negro y su figura se desdibujaba en la oscuridad cuando no estaba iluminada por el fuego. Los dragones giraban, atacándose con ferocidad, pero ninguno parecía prevalecer sobre el otro. Finalmente, sus llamaradas se encontraron, estallando en una gran bola de fuego que iluminó la llanura. Cuando el fuego se desvaneció, las dos criaturas cayeron al suelo, inertes.

Por cierto, releyéndolo ahora, no puedo evitar darme cuenta de un ligero parecido con el pasaje en de El señor de los anillos en el que Frodo, tras huir de Boromir, contempla, con el anillo aún puesto, cómo las tropas de Sauron atacan en cada rincón a los pueblos libres de la Tierra Media. La sombra de Tolkien es alargada... Sin embargo, creo que la influencia más directa es (al menos en el estilo) ciertas leyendas célticas que he estado leyendo últimamente. En cuanto a la aparición de la misteriosa amazona, me remito a la primera entrada del blog, en la que os contaba que esa había sido la primera imagen que tuve de toda esta historia, hace ya mucho tiempo ¿os acordáis?

Pues así están las cosas, pero tranquilos, el parón no duarará. Sigo escribiendo.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Personaje:Nurdjiemf Árgdesom, emperador de Nordheim

[…]

-Lo siento, padre, ha sido por mi culpa; yo insistí en verte. He de decirte algo muy urgente e importante.

Nurdjiemf le miró, aún furioso, pero al calmarse, su voz reflejó un cierto desprecio.

-Pasa entonces, Djiorenf.

De boca de su padre, su nombre le sonó como un insulto. […] Nurdjiemf era alguien que intimidaba sólo con su presencia: alto, corpulento, de hombros anchos y brazos fuertes. Sus ojos, oscuros y escrutadores, quedaban ensombrecidos por las espesas y prominentes cejas. La nariz era ligeramente aguileña. El rostro quedaba enmarcado por una larga melena y una espesa barba erizada, ambas grises. A pesar de estar avejentado, su corazón latía aún con fuerza.

[…]

-Padre, he venido a despedirme. Lo tengo todo dispuesto. Partiré mañana al alba.

-Ya lo sabía, hijo, desde hace tiempo.

Djiorenf se quedó boquiabierto y no reaccionó hasta que el rostro de su padre insinuó una expresión divertida.

-¿¡Cómo que ya lo sabías!?

Nurdjiemf soltó una risilla áspera.

-¿Acaso creías que podía ocurrir algo así en mi propia casa sin que yo me enterara? No lo has hecho mal del todo, pero no has sabido ser lo bastante discreto. Yo tengo oídos en todas partes, Djiorenf. Sé todos los detalles, al menos los más importantes: sé que deseas librarte de mí y Urúndakh desde hace ya años, que has estado urdiendo esta fuga con tu maldita hermana, la traidora que se ha atrevido a desafiarme y que me odia tanto que ni siquiera ha enviado un mísero representante al funeral de Núrumbaf. También sé que la esposa de éste, ahora su desconsolada viuda, ha sido la recadera que os mantenía en contacto y sé que correrás a reunirte con esa cría con la que llevas meses retozando, la hija de los señores de Súdenkar, otros renegados que se han vuelto contra su emperador. ¡Tres mujeres! –Soltó una carcajada- ¿Correrás a esconderte bajo sus faldas y dejarás que dominen tu vida? En ese caso, me alegro de perderte de vista y dejar de considerarte un hombre de mi linaje.

La seguridad y el valor que Djiorenf había conseguido reunir empezaban ahora a quebrarse, pero intentó que no se le notara cuando volvió a hablar.

-Un linaje deshonrado, mi señor –procuró evitar volver a llamarle “padre”- Nuestros antepasados no llevaron Nordheim a la gloria por medio de hechicerías y malas artes. No quiero ser partícipe de tales afrentas a los dioses. Odio esta situación, pero las revueltas no se originan sin ninguna razón.

-¡Por todos los dioses! ¿Acaso un muchachillo imberbe y malcriado va a decirme cómo he de gobernar mi imperio? ¿Has combatido en una batalla, dirigiendo a los ejércitos? ¿Sabes algo de justicia, administración o diplomacia? ¿Eres diestro con las armas? No, porque te has pasado la vida lloriqueando y con la nariz metida en los libros, soñando con tonterías, en vez de aprender ser un buen monarca.

-¡Un buen monarca no derrocha crueldad y ambición como tú! ¡Abarcas más de lo que puedes! –Hizo una pausa para calmarse- Hace tiempo que deberías haberte frenado y disfrutar en paz de lo conseguido. ¿No sería este un buen momento para eso?

Nurdjiemf se levantó, caminó hacia la ventana y volvió a hablar.

-Siempre estaremos en guerra con alguien, es inevitable. Además, la inactividad prolongada sólo lleva a la decadencia y la molicie. Tú, que no paras de andar entre libros y legajos como un ratoncillo, deberías saberlo mejor que nadie. –Le echó una mirada maliciosa a Djiorenf. –Además ¿Por qué debería importarte ya todo esto? ¿No te vas a marchar lejos y para siempre? Los asuntos de estado de Nordheim ya no son de tu incumbencia ¿verdad?

-No, mi señor –Djiorenf retrocedió- Supongo entonces que no encontraré ninguna traba ni impedimento en mi marcha ¿verdad?

-No, Djiorenf. Parte inmediatamente, ya que tanto lo deseas.

-Entonces hasta siempre, Nurdjiemf Árgdesom, Emperador de Nordheim. Espero que nuestros caminos no se vuelvan a cruzar.

-Yo también lo espero –Añadió Nurdjiemf -Por tu bien.


Éste diálogo mantenido entre Nurdjiemf y su hijo Djiorenf es una muestra bastante clara del carácter de cada uno y de las insalvables diferencias de talante y actitud ante la vida que les separan. Djiorenf es uno de los protagonistas principales de El destino de Dháegrim, pero de momento, vamos a profundizar en la figura del emperador, principalmente porque ya hice una presentación del personaje y quiero compartir el proceso de su construcción, cosa que, al fin y al cabo, es uno de los objetivos de este blog.

Hasta cierto punto, Nurdjiemf es un personaje bastante arquetípico: un hombre hecho a sí mismo, que ha sido capaz de levantar un imperio desde una remota provincia, luchando contra circunstancias adversas y escogiendo los apoyos adecuados. Los dos referentes principales para su gestación son Carlomagno e Iván el terrible, dos grandes figuras históricas que se sitúan en los dos extremos de la era feudal. Sus trayectorias vitales y las circunstancias históricas que les tocó vivir a cada uno son bastante diferentes, sin embargo, tienen algunos puntos en común: ambos eran hombre de gran carácter, como corresponde a dirigentes que se enfrentaron a grandes adversidades, la mayoría de las veces con éxito. A ambos les impulsaba la ambición de expandir sus territorios y la fe cristiana y los dos tuvieron que lidiar con señores feudales deseosos de mantener sus parcelas de poder. Las grandes diferencias se dan en su personalidad: Carlomagno fue un continuador de la obra de su padre, Pipino el breve, y desde muy joven le acompañó en algunas campañas, forjando una personalidad fuerte y grandes dotes de mando, con las que fue capaz de crear un imperio que pudo ser un digno sucesor del mismo Imperio Romano, si le hubiera sobrevivido a su muerte. Iván IV, en cambio, siempre mostró cierta inestabilidad mental, reforzada por las humillaciones a la que le sometieron en su infancia los boyardos, la alta nobleza de Rusia, a los que mantuvo en el punto de mira de su ira durante el resto de su vida. Sin embargo, no fue hasta la muerte de su primera esposa, Anastasía Románova, cuando sus tendencias sicopáticas se descontrolaron y comenzó a cometer verdaderas atrocidades. El acto de crueldad más recordado del primer zar, fue, sin duda, el asesinato su primogénito, el zarevich Iván. Al igual que ocurrió con Carlomagno, su heredero fue su hijo Fiódor, un dirigente débil y con poca personalidad, que fue una marioneta en manos de los boyardos; sin embargo, el Imperio Ruso sí le sobrevivió y llegó a ser uno de los más extensos de la historia de la humanidad.
























Debo reconocer que Nurdjiemf tiene más de Iván IV que de Carlomagno, ya que el ansia conquistadora que domina al emperador de Nordheim tras la muerte de su primera esposa, y que se intensificará tras cierto episodio trágico con su segundo hijo y los hechos que se desencadenan a partir de entonces, le acercan más al primer zar que al fundador del Imperio Carolingio. El padre de Nurdjiemf muere siendo él aún muy joven, pero su impronta habrá marcado ya al joven príncipe, así que cuando los nobles tomen el control con el mudo consentimiento de la reina, Nurdjiemf ya estará equipado con la determinación y el coraje que le permitirán construir el imperio sobre los cadáveres de la alta nobleza. Accede al trono tras la misteriosa muerte de su madre, de la que culpa a los nobles, aunque algunos rumores, susurrados con temor en los más recónditos rincones del imperio, acusan al propio príncipe de la muerte de la reina para acceder lo antes posible al trono y llevar a cabo sus planes de control y expansión.

Nurdjiemf no estuvo solo en sus primeros pasos; desde el principio contó con el apoyo de los pequeños nobles de los que luego saldrían los miembros de su guarda personal. También estuvo con él la oscura y misteriosa Iglesia del dragón, adoradora de Wurmdakh, el portador del caos y la oscuridad, que le dieron la clave para acceder al escondite donde reposaba el dragón desde tiempo inmemorial, el cual le ayudará a crear un ejército sobrehumano que le proporcionará una terrible ventaja sobre sus enemigos A partir de entonces, el imperio conoció una era de expansión sin precedentes, cuadruplicando su extensión en un periodo de 15 años, desde las costas occidentales hasta las estepas del oriente, y desde las heladas tierras del norte hasta las cálidas costas del mar del sur. (Tengo pendiente completar un mapa y poner nombres). El primer encuentro está narrado en el prólogo y en nuestro siguiente encuentro con el emperador, su imperio ya ha alcanzado su máxima extensión. A partir de ahí, la historia continúa…

martes, 14 de octubre de 2008

Religión y magia en los mundos de fantasía

Hablemos de un tema un poco peliagudo: ¿qué tipo de creencias religiosas son las más adecuadas a la hora de crear un mundo de fantasía? Voy a plantear mejor la pregunta: ¿qué sistema de creencias/religión encaja mejor dentro de un mundo fantástico? (¡lleno de seres extraños!)

La cuestión no es una tontería. Depende bastante del tipo de mundo que se pretenda crear. Para Tolkien, por ejemplo, era una cuestión de suma importancia; hombre de profundas creencias católicas, es curioso comprobar que la palabra "dios" es una de las que menos aparece en su obra. En el Silmarilión nos presenta a Eru o Ilúvatar, trasunto evidente del dios judeo-cristiano, un creador sin principio ni fin que da a ser a unos seres angélicos, los Ainur, que interpretan una música con la que Eru da forma al mundo y todo lo que contiene. Sin embargo, en la Tierra Media no se profesa ningún tipo de “religión”: no hay iglesias ni templos, ni ningún tipo de ceremonia religiosa, propiamente dicha. (Aunque Denethor, curiosamente, se inmola como “un rey pagano”)

La magia es de naturaleza sutil y normalmente va más allá de simples trucos. Lo normal es que sólo se use en momentos puntuales, a menudo en ocasiones de extrema necesidad, como cuando Beren y Luthien se introducen en la fortaleza de Morgoth transformados en licántropo y vampiro, o el famoso espejo de Galadriel, que muestra a quien se refleja en él lo que puede ocurrir en el futuro. En Lothlorien flota una especie de magia hermosa y tenue, que se siente pero no se llega a apreciar hasta que uno sale del bosque y regresa al mundo de los hombres (de una forma que recuerda a las leyendas célticas que hablan de paraísos feéricos y tierras de promisión, en las que todo es bueno, hermoso y placentero y el tiempo pasa mucho más despacio que en el mundo de los mortales) El propio Gandalf, el mago más poderoso de la Tierra Media, es reacio a usar la magia,Aunque cuando Saruman es derrotado, se relaja un poco en este aspecto. En la tierra Media, la magia tiene una relación evidente y directa con la voluntad y con la fuerza creadora y emana directamente de la “llama imperecedera” insuflada por Ilúvatar. No hay sitio, por tanto para el paganismo ni el animismo en el universo creado por el muy católico profesor Tolkien. Es por eso que muchas veces la magia es depositada en objetos creados por elfos o por hombres, como son los silmarils, las palantir o los anillos de poder.

El caso de mi otro gran referente, George R. R. Martin, es muy distinto. Martin pertenece a la otra gran vertiente de literatura fantástica, más sucia y “realista”, cultivada principalmente por autores americanos como Robert E. Howard o Michael Moorcock. (aunque es innegable cierta influencia de Tolkien) En Canción de hielo y fuego, nos encontramos principalmente con dos religiones distintas: la practicada en Invernalia, el extenso reino del norte dirigido por la familia Stark, es una religión de tipo animista, en la que no existen templos propiamente dichos, si no los “bosques de dioses”, cultivados en los patios de los castillos y palacios construidos para tal efecto. Por otro lado, en los reinos del sur predomina un culto politeísta en el que diferentes dioses encarnan diversos aspectos de la vida y el universo. Además, poco a poco se va extendiendo una creencia monoteísta y de corte mágico, centrado en el culto al sol y al fuego. Los seguidores de esta religión pueden adquirir grandes poderes, encauzados a través de la voluntad y la capacidad de sacrificio.


Los dos maestros dibujados por Walter Simonson


En la mayoría de novelas este es un tema tratado superficialmente y tanto la religión como la magia (especialmente la magia) suelen estar supeditadas al argumento. En muchos casos, los autores de la vertiente más cutre del género caen en la tentación de dotar a la magia de una presencia, poder e influencia exagerados, llegando ésta a sustituir a la tecnología, tendencia que también se da mucho en los juegos de rol.

Después de todo esto, llega el momento de hablar sobre cómo se aplica todo lo anteriormente dicho en “El destino de Dháegrim”.Eirdath, el reino natal de nuestro protagonista, es una sociedad de corte celtorromano, aunque el componente céltico prima en el aspecto religioso y espiritual, mientras que la organización de la sociedad ha avanzado a una estructura más “ordenada” por una influencia externa no tan agresiva como lo fue el Imperio Romano. En el caso de el Imperio Nordheim, se practica el culto al dragón (¡alabado sea el dios dragón!) por el simple hecho de que el dragón en cuestión es un ente físico presente en la vida y la historia del imperio, aunque ya profundizaré sobre estos temas en posteriores entradas. La magia, por supuesto, existe, aunque no es algo cotidiano ni omnipresente y oscila entre la magia de tipo animista/religioso y la hechicería pura y dura. Es practicada por clases sacerdotales similares a los druidas o a los sacerdotes de religiones politeístas, aparte de por todo tipo de hechiceros y brujas cuyo grado de competencia y efectividad varía enormemente.

Como veis, es un tema que aún necesito desarrollar en profundidad, aunque las líneas generales ya están trazadas. Intentaré evitar cualquier contradicción que pueda surgir de los planteamientos expuestos.

De momento, esto es todo. Seguro que os parece poco.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Entre Tolkien y Martin

Al ponerme a escribir la historia, la principal (bueno, en realidad la única) influenciencia que tenía era, cómo no, John Ronald Reuel Tolkien, el escritor de fantasía por excelencia. No me extenderé mucho hablando sobre él y su obra, ya que se pueden encontrar toneladas de información a poco que se busque en internet y en librerías y bibliotecas.




Es fácil dejarse atrapar por el mundo creado por Tolkien; pero mi intención era alejarme de su mitología: nada de elfos y enanos, ya hay saturación de ellos en las novelas de fantasía. Ideé algunas criaturas que os mostraré en cuanto pueda escanear los dibujos que voy haciendo.

Todo esto es posterior a mis primeros intentos, en los que mi intención era copiar deliberadamente el estilo de Tolkien sin, por supuesto, conseguirlo. Entonces ocurrió algo...


Ahí lo tenéis: Canción de hielo y fuego, la saga de fantasía que ha puesto al género patas arriba.
George R. R. Martin coge los elementos típicos y los baña de realismo sucio, creando un mundo lleno de mugre, sudor y sangre, que resulta creíble pese a existir cosas como la magía y los dragones.

Para mi fue un shok y, sobre todo, una auténtica inspiración. Tras la lectura de las primeras novelas, empecé a pergeñar la trama secundaria que ahora mismo está creciendo hasta adquirir tanto peso como la principal. De hecho, todos los que habéis leído algo de lo que ya llevo escrito, sólo habéis visto esta parte de la historia.
Uno de los grandes retos a los que me enfrento es alternar dos estilos: más tolkieniano en la trama de Dháegrim y más, eh..."martiniano" en la Djiorenf y el imperio Nordheim ¿por qué afrontar este reto? pues porque me lo pide el cuerpo. Aunque, insisto, la revisión de lo que escribo es constante y quizá este aspecto tenga que cambiar.



De todas formas, muchas gracias, maestros.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Venga, empecemos

No es tarea fácil, la verdad. Lucho constantemente contra la vagancia.

A mi favor tengo que ya he escrito algo. Tengo al menos un par de capítulos enteros y un prólogo que no termino de rematar y que corre peligro de ser reescrito totalmente. Si os interesa, aquí está el principio:


"Prologo:

Estepa de Xodon Garu, 20 años atrás.

Cuando el sol desapareció tras el horizonte, la pequeña comitiva decidió hacer una última parada antes de llegar a destino. Urin Daht apiló algo de leña para hacer una hoguera y le echó unos pedazos de carne seca a su ave dagtrym; el enorme pájaro graznó y comenzó a comer, llevando las tiras de carne a su enorme y ganchudo pico con sus garras delanteras, manejándolos con sorprendente habilidad, teniendo en cuenta que sus extremidades anteriores eran poco mas que muñones de frágil aspecto.

Urin se sentó al fuego junto con sus compañeros y observó al extranjero que les acompañaba: un poderoso rey del norte, de nombre Nurdjiemf, alto e imponente, de rostro severo, nariz ligeramente aguileña, abundante cabellera marrón en la que empezaban a asomarse algunas canas y una barba corta pero espesa, de color gris parduzco. Le acompañaba su hijo Urundakh, un niño de no mas de 10 primaveras, alto y corpulento, lo que le hacia parecer mayor. No era la primera vez que los saka de las estepas guiaban a los norteños por sus tierras, pero no se sabia de ningún extranjero que quisiera internarse en las regiones más recónditas y desconocidas de las estepas como estos."


Bien. ¿Os han surgido dudas tras leer esto? Seguro que si. No daré muchas explcaciones sobre personajes y trama, ya que eso se irá explicando más adelante en la misma historia, pero creo que hay cosas bastante chocantes, como lo de la extraña ave dagtrym. Para los que no sepáis de bichos prehístoricos, os diré que está inspirada, inicialmente, en el dyatrima, un pájaro gigante no volador que cazaba a los primitivos mamíferos poco después de la extinción de los dinosaurios, en un intento de ocupar el nicho ecológico que habían dejado sus antepasados, aunque en realidad, la inspiración definitiva son las impresionantes "aves del terror", que sobrevivieron durante cincuenta millones de años en sudamérica, que permaneció aislada del resto del mundo hasta hace unos dos millones de años, época en la que se formó el itsmo de Panamá y los depredadores de Norteamérica, como el tigre de dientes de sable, emigraron hacia el sur, eliminando por competencia desleal a las pobres aves del terror.















Debo reconocer que la inclusión de estas criaturas obedece a un puro impulso de frikismo, ya que no estoy muy seguro de que unos bichos así estén adaptados a la dura vida de las estepas, pero... ¿a que molan?


No creo que haga falta dar tampoco explicaciones sobre la localización, sin embargo, en mi labor de búsqueda con el google earth (¡qué gran invento!) he hallado cosas interesantes que me gustaría compartir con vosotros, como por ejemplo, esto:












Impresionante ¿verdad? Son imágenes tomadas en Asia central, en Mongolia y Kazajistán. Tengo unas cuarenta, pero estas valen como ejemplo representativo.


¿Y qué decir de ese extraño rey del norte, corpulento y de rasgos duros? En la descripción, tenía a cierto actor en mi cabeza:





















John Glover, el Lionel Luthor de Sallville, sería el perfecto Nurdjiemf en la adaptación al cine que hay en mi cabeza, pero bueno, eso ya es adelantar demasiado los acontecimientos.


En fin, de momento, esto todo. Intentaré superar mi vagancia y postear con más frecuencia y, por supuesto, continuar con la novela.


Stay tuned.

domingo, 24 de agosto de 2008

Un año y medio después...

¿Hablaba de falsos comienzos? jejeje...

Desde luego,este ha sido el mayor de todos. No puedo negar que en gran parte se ha debido a simple y pura dejadez por mi parte, pero también ha habido ciertas circunstancias (básicamente, problemas de virus) que no han ayudado nada.

Pero bueno, vamos a ir al meollo de la cuestión.

¿De qué va El destino de Dháegrim? La verdad es que mi idea original era bastante sencilla: Un muchacho destinado a ser rey es desterrado de su patria y años más tarde, desvelada su verdadera identidad y condición, emprenderá una lucha para recuperar aquello que le arrebataron. Sencillo ¿verdad?

Si, yo también lo creo así. Recuerda demasiado a la historia ya tantas veces contada; especialmente a la del rey Arturo, que fue una de las principales inspiraciones de George Lucas para La guerra de las galaxias, aunque repartida en los personajes de Luke y Leia.
No era mi intención volver a contar esa historia, aunque no quería eliminar ese elemento, ya que Dháegrim es el personaje principal, alrededor del que gira todo. El objetivo en este sentido es, por tanto, contarla de una manera lo más diferente posible a como se ha hecho antes.
La historia necesitaba un revulsivo, un meneo, algo que la apartara de los senderos tantas veces transitados. Empecé a pensar en el enemigo, el vasto y poderoso imperio Nordheim (no es un nombre definitivo; al principio se llamaba Tromelkheit [pronunciado Trómeljeit] pero Nordheim me recuerda a los norses de Warhammer) Al imaginar cómo sería el emperador y sus allegados fueron cobrando más y mas interés, hasta que decidí compaginar la historia de Dháegrim con la de la revuelta interna que hace temblar al terrible gigante del norte. Una tupida red de intrigas y traiciones empezó a desplegarse ante mí, producto, sin duda de la lectura de "Canción de hielo y fuego", la estupenda saga creada por George R. R. Martin (no sé si recomendaros que la leáis, porque quedaréis irremediablemente enganchados)
Así que,con todos estos elementos que enriquecían una historia hasta ese momento bastante plana, me dispuse a plasmarla en la pantalla de mi pc, siempre que los virus me lo permitan. En este punto debo agradecer a Pelayo Mariño por su inestimable ayuda para preservar lo ya escrito y a la simpatiquísima y genial Barceló (qué bien escribe, la jodía) por los consejos que me han sido de ayuda, así como a todos los que de una u otra forma me estáis ayudando para que esto vaya para aldelante a pesar mío (sí, Jorge Iván, a también)

Y, de momento, nada más. A partir de aquí,la historia continúa...
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